Hacker sobre El Sistema

Hacker estaba sentado frente a su consola, girando una memoria USB entre los dedos mientras observaba a Elda y Ondina con una mezcla de interés y algo de burla. La habitación era estrecha, llena de cables, monitores y extraños dispositivos que parecían parches improvisados sacados de algún antiguo  ordenador. En un rincón, un generador zumbaba en un murmullo constante.

—Bien, así que ya son consientes que están en la lista de eliminación. Felicidades. No todos lo entienden tan rápido —dijo, mientras una impresora sonando como una gaviota moribunda, escupía hojas de papel.

– No creo que «felicidades» sea la palabra addecuada – respondió Elda, fijando la vista en su retrato holográfico reflejado en uno de los monitores –  Ya ni siquiera sé cuál es mi verdadero rostro.

– ¿Tu verdadero rostro? Eso no importa. Lo que importa es lo que creen que eres – replicó el Hacker –  Para El Sistema, no eres una persona. Eres un código numérico. Tu valor está en lo que produces, en lo que pagas. No eres más que datos. Y si los datos no son lo suficientemente buenos, El Sistema te borra.

Ondina cruzó los brazos y ladeó la cabeza.

-¿Y por qué sigues aquí? Si eres tan listo y «superior al Sistema», ¿por qué no te has ido todavía?

El Hacker dejó escapar una risa seca.

-Vaya, sí que eres ingenua. Nadie escapa del Sistema. No es solo una ciudad. Es el mundo entero en el que vivimos. Incluso si te ocultas de las cámaras, nunca te liberarás del todo, por las redes, por las personas y por los recuerdos que dejas atrás. Todos estamos atados con hilos invisibles bajo esta carpa de circo. Y alguien, en algún lugar, siempre tira de ellos.

Elda lo miró con escepticismo.

-¿Y cómo exactamente luchas contra eso? ¿Con estos monitores viejos y cables sueltos? No suena como una rebelión. Suena como alguien que se queja porque nadie lo quiere escuchar.

-Nunca subestimes la rebelión de la queja -dijo el Hacker -Si alguna vez El Sistema se quede en silencio, es porque ya has perdido. Pero si empieza a hacer ruidos, si teme lo que puedes hacer, entonces tienes una oportunidad. Pequeña, pero una oportunidad.